domingo, 13 de mayo de 2012

400 AÑOS DE LA UNC

Por Migue Magnasco

Es un orgullo ser parte, nada más. Una universidad que piensa a los estudiantes no como asistentes o espectadores de un espectáculo ajeno, cercado, o de algunos, sino como protagonistas, como hacedores, como creadores y resignificadores de lo que es la universidad pública. 400 años se conmemoran, pero sobre todo, se entrecruzan con las historias y bagajes que los componen, inseparables, indisociables y todos abotonados a la necesidad de la reinvención constante y siempre necesaria. Hoy comienzan los festejos sin repasos nostálgicos que se quedan ahí y luego nada. Que esta celebración sea también el inicio de un compromiso punzante y decidido de la juventud para tomar la universidad y devolverla a toda la sociedad, que es a quien verdadera y únicamente pertenece.

viernes, 11 de mayo de 2012

PÁGINA 12, EL DIARIERO Y YO

Por Migue Magnasco

Los domingos vuelan porque siempre se empieza más tarde, y porque la sobremesa se dilata todo lo que se puede, y si no se puede, se ofrece una nueva taza de café para compensar el cronograma ampliado del almuerzo en el séptimo día.

En córdoba, el Página llega a las 12 del mediodía a los kioscos. En vano sería que lo haga más temprano. Está bien ahí. Juan, digamos que se llama así, mi diariero, es un hombre mayor, de unos setenta y largos diría yo, que tiene el sucucho en Av. Colón al 800, a unas 6 cuadras de casa. Pleno centro de La Docta. Camisa impecable siempre, flaco él, con su gorrita verde tan gastada ya, que nunca puedo descifrar su letrero. Jamás se lo pregunté a decir verdad. Tampoco es que sea un dato muy relevante a los fines de esta carta, solo ilustrativo digamos. Juan es un tipo sereno, a mi gusta pensar, y creo que él lo siente así, que es feliz con su laburo. “Las épocas mas jodidas son los meses de verano, sobre todo porque hay algunas veces que no me anda bien el aire acondicionado” me dice, mientras me señala una ventanita de 20 cm cuadrados a través de la que, y solo cada tanto, entra alguna ráfaga de aire que oxigena el sucucho. Mi fidelidad con Juan ha sido intachable. Me encariñe con el mister, esa es la verdad. Algunas veces los 600 metros hasta el sucucho parecen leguas, pero se sobrellevan, no hay problema, la vitalidad de Juan los valen. Yo llego, chusmeo alguna que otra desvergonzada tapa de Noticias o Clarín: Ciccone, Ciccone, Ccicone y… al fin(!)  “Es un sentimiento”, el Página. Juan me tira: “está linda la tapa esa che”. Yo sonrío gustoso. Dejo entrever sin medias tintas mi acompañamiento al Gobierno Nacional. Cristina avanza en la recuperación de recursos y derechos para el pueblo con acompañamiento de amplios sectores de la dirigencia política; Mestre retrocede y privatiza todo lo que puede  (hasta la cultura), achica el Estado municipal, sube impuestos, vota con mayorías automáticas sin búsquedas - ni reminiscencias si quiera - mínimas al consenso que su propio partido siempre exige. En esos avatares andamos los cordobeses. No importa, o si, pero lo dejemos ahí. 

Le recuerdo a Juan que la semana pasada le quedé debiendo $0.50 porque él no tenía una moneda de $1 para darme. Titulares, copetes, bajadas, líneas editoriales,  polivalente mundo el del buen hombre. Me da curiosidad saber si tiene preferencia por unas u otras, pero prefiero no mezclar. Lo político es lo político y juan es mi diariero, son dos mangos aparte y mejor, en este caso, dejar las cosas como están. El intercambio es fugaz, efímero, sin vueltas, y en el peor de los casos, sin vuelto. El almuerzo llama y falta la vuelta aún; siempre más complaciente y llevadera por cierto. Tal vez sea por la compañía. Página en mano, o mejor dicho bajo el brazo, con la tapa siempre para afuera, como luciendo con orgullo los colores del equipo. Pago lo adeudado, y una máxima final:

“Si van los muchachos, deciles que está todo bien, que ya me pagaste”. Carcajadas de despedida, saludo, y a emprender el regreso a casa.