lunes, 2 de septiembre de 2013

IMPACIENCIA POR LO IMPENSADO

Por Migue Magnasco  
 Hay impaciencia. La llegada de la gente de a pie, las organizaciones, y los partidos, demora tanto más de lo planificado. Cólon y Cañada, esquina de inicio -de victorias y derrotas- aguarda las banderas, las canciones, la heterogeneidad de sectores, la lucha.
  "Debe estar saturada la red" le comenta un tipo de unos 40 años a su interlocutor de 20, que mira su celular a cada instante. Este lo observa esperanzado, y le cuenta que anda por ahí, perdida entre el bullicio, quien le quita el sueño. La falta de certeza tiene que ver con el mensaje enviado y, claro, no respondido. Eso impacienta a cualquiera.   
  Grupos grandes de personas, ahora sí, se arriman. El punto de encuentro va quedando chico. Están todos, menos uno. La salida se demora, y eso genera impaciencia. Son las 18:30. Todo se acomoda lentamente. Los jóvenes hacen suyas las calles. Hablan, se ríen, cantan, se besan. Sólo alguien muy estúpido puede querer relatar una "fuerza de choque" allí donde no hay más que pibes pidiendo por sus derechos.  
  En la ex Plaza Velez Sarfield -que es donde termina la movilización-, el escenario, el sonido y las luces están listos; pero la masa ni se divisa. Allí, en cuestión de horas, habrá discursos, denuncias, música, baile, aplausos; todo. Cuando le comentan que recién arranca la marcha, el sonidista se pone impaciente. Calcula bien: deberá prestar servicio un rato más de lo que esperaba.
  Viviana Alegre camina, despacio, con cinco mil personas a su espalda. Ella es protagonista de una tragedia; suya, y de todos. Su pena materna está llena de presente con sabor al pasado. Parece mentira, pero algunas estructuras del terrorismo de Estado encuentran asilo en políticas públicas del Gobierno Provincial. Eso nos impacienta, a nosotros, los cordobeses.
  La marcha se detiene. Un trazo grueso de los participantes se pone en cuclillas. Al frente suyo, unos metros más adelante, colocan un mortero. Todos aguardan agazapados, desafiantes, impacientes. El brillo en los ojos acompaña el recorrido de la mecha encendida que se acorta. Estalla y todos corren desenfrenados para fundirse en el rezo de alegría para el corazón en melodía de Fito.
  Reverdece una primavera anticipada, y acá, en Córdoba, parece que el 2013 vuela. ¿Será por eso que hay tanta impaciencia?
  No. Impaciencia hay, porque hace un año y medio desapareció Facundo Rivera Alegre a la salida de un baile de Damián Córdoba, y todavía, en plena democracia, tenemos que pedir que nos lo devuelvan como se lo llevaron: con vida.